En un hito significativo para la regulación internacional de la Inteligencia Artificial (IA), la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó por unanimidad la primera resolución que aborda este tema. Esta resolución, fruto de la «conversación global» sobre la IA, representa un paso crucial hacia la creación de normas y principios que guíen el uso responsable y ético de esta tecnología emergente.
La resolución, titulada «Aprovechar las oportunidades de una IA segura y confiable para un desarrollo sostenible», fue presentada por iniciativa de Estados Unidos y ha sido el resultado de intensas negociaciones que se extendieron por más de 40 horas. En su esencia, el texto insta a los Estados a abstenerse de utilizar sistemas de IA que no cumplan con los estándares internacionales de derechos humanos o que pongan en riesgo estos derechos.
Durante la sesión de la Asamblea General, la embajadora de EE.UU. ante Naciones Unidas, Linda Thomas-Greenfield, subrayó la necesidad de abordar la IA como una comunidad global, asegurando que nadie sea dejado atrás en este proceso. Resaltó tanto los riesgos como las ventajas de las distintas aplicaciones de la IA, haciendo hincapié en la importancia de cerrar las brechas digitales para garantizar un acceso equitativo a sus beneficios.
Thomas-Greenfield también hizo un llamado a las empresas privadas a asumir su responsabilidad en el diseño y lanzamiento de nuevas capacidades de IA, enfatizando la necesidad de una gobernanza adecuada de esta tecnología.
La adopción unánime de esta resolución, marcada por un golpe de mazo, ha sido recibida con optimismo por parte de los altos funcionarios de la Administración de EE.UU., quienes destacaron el valor clave del tema de la IA en el ámbito internacional.
En una declaración posterior, la vicepresidenta de EE. UU., Kamala Harris, manifestó el compromiso del país en establecer y fortalecer reglas y normas internacionales sobre tecnologías emergentes como la IA, señalando la importancia de esta resolución en ese proceso.
Ante las preguntas sobre cómo la IA podría beneficiar a regiones desfavorecidas, Thomas-Greenfield expresó su esperanza de que esta tecnología pueda contribuir a cerrar brechas y proporcionar acceso a necesidades básicas, como el suministro de agua en comunidades remotas.
Con esta histórica resolución, la comunidad internacional da un paso firme hacia una regulación coherente y ética de la IA, demostrando su compromiso con un desarrollo tecnológico que beneficie a toda la humanidad.